Los principales temas de Lion abordan el
problema identitario y la enorme capacidad de algunas personas para la
generosidad, el altruismo y la solidaridad. Saroo es un niño pobre de cinco
años que accidentalmente se pierde en las calles de Calcuta, a miles de
kilómetros de su casa. Tras una serie de vicisitudes acaba siendo adoptado por
una familia australiana. Ya adulto, tratará de buscar sus orígenes a través de
la aplicación informática de Google Earth.
La película se estructura en dos partes bien
diferenciadas. El primer tercio tiene un cariz más social, donde se denuncia la
extrema pobreza de la India o las mafias que medran a través de la trata de
niños. La gran baza de esta primera parte es la enternecedora actuación de
Sunny Pawar; su desamparo e inocencia y
sus grandes ojos expresivos nos roban el corazón. En la segunda parte hallamos
ya al Saroo adulto (Dev Patel), a quien lacera su debate identitario. Por un
lado, se siente agradecido a sus padres adoptivos (Nicole Kidman y David
Wenham) a quienes percibe con el amor de un hijo de sangre; pero por otro lado
siente suyo el sufrimiento de su madre biológica, que ni siquiera sabe si su
hijo aún vive. A partir de ese momento, recomponiendo las difusas piezas de la
memoria, tratará de hallar su hogar a través de referencias geográficas y
físicas (el recuerdo de unos silos desatará el hilo de Ariadna). Para ello se
vale de la aplicación de Google Earth, que lejos de suponer una traba que
pudiera lastrar el romanticismo de la búsqueda (el uso de la tecnología amenaza
siempre las esencias), aquí se aborda la herramienta informática con una
humanidad tal, que revierte eficazmente su frío pragmatismo. El hallazgo en la
pantalla de ordenador de los perfiles geográficos reconocibles por Saroo, se
presentan como una mágica epifanía que en nada es menoscabada por el recurso
informático; la mano de Saroo fundiéndose en la pantalla con la cartografía de
su infancia es también memorable.
La película incide en la llamada de la sangre del
transterrado y en la capacidad de asimilarse en otra patria (es interesante
comparar a Saroo con su hermanastro, también adoptado, que no consigue hallar
su centro de gravedad). Pero es también importante el valor de la generosidad
(hay que estar muy atentos a la revelación de Nicole Kidman en el último cuarto
de la cinta).
El argumento, basado en una historia real (en los
créditos finales aparecen las imágenes de sus verdaderos protagonistas) no está
lleno de grandes lances y peripecias. Por eso hay algún momento en que la cinta
decae algo, aspecto que podría haberse compensado de sumergirse el director con
más profundidad en las contradicciones indentitarias del personaje. La
película, además, contiene bien el componente lacrimógeno. Ni siquiera en la
primera parte, más tentadora en ese sentido, cae en la emocionalidad excesiva.
El resultado es una película muy solvente y bien medida.
Fernando Parra Nogueras.
Fernando Parra Nogueras.
Nota: 7