3 de abril de 2017

6. Lion



Los principales temas de Lion abordan el problema identitario y la enorme capacidad de algunas personas para la generosidad, el altruismo y la solidaridad. Saroo es un niño pobre de cinco años que accidentalmente se pierde en las calles de Calcuta, a miles de kilómetros de su casa. Tras una serie de vicisitudes acaba siendo adoptado por una familia australiana. Ya adulto, tratará de buscar sus orígenes a través de la aplicación informática de Google Earth.
La película se estructura en dos partes bien diferenciadas. El primer tercio tiene un cariz más social, donde se denuncia la extrema pobreza de la India o las mafias que medran a través de la trata de niños. La gran baza de esta primera parte es la enternecedora actuación de Sunny Pawar;  su desamparo e inocencia y sus grandes ojos expresivos nos roban el corazón. En la segunda parte hallamos ya al Saroo adulto (Dev Patel), a quien lacera su debate identitario. Por un lado, se siente agradecido a sus padres adoptivos (Nicole Kidman y David Wenham) a quienes percibe con el amor de un hijo de sangre; pero por otro lado siente suyo el sufrimiento de su madre biológica, que ni siquiera sabe si su hijo aún vive. A partir de ese momento, recomponiendo las difusas piezas de la memoria, tratará de hallar su hogar a través de referencias geográficas y físicas (el recuerdo de unos silos desatará el hilo de Ariadna). Para ello se vale de la aplicación de Google Earth, que lejos de suponer una traba que pudiera lastrar el romanticismo de la búsqueda (el uso de la tecnología amenaza siempre las esencias), aquí se aborda la herramienta informática con una humanidad tal, que revierte eficazmente su frío pragmatismo. El hallazgo en la pantalla de ordenador de los perfiles geográficos reconocibles por Saroo, se presentan como una mágica epifanía que en nada es menoscabada por el recurso informático; la mano de Saroo fundiéndose en la pantalla con la cartografía de su infancia es también memorable.
La película incide en la llamada de la sangre del transterrado y en la capacidad de asimilarse en otra patria (es interesante comparar a Saroo con su hermanastro, también adoptado, que no consigue hallar su centro de gravedad). Pero es también importante el valor de la generosidad (hay que estar muy atentos a la revelación de Nicole Kidman en el último cuarto de la cinta).

El argumento, basado en una historia real (en los créditos finales aparecen las imágenes de sus verdaderos protagonistas) no está lleno de grandes lances y peripecias. Por eso hay algún momento en que la cinta decae algo, aspecto que podría haberse compensado de sumergirse el director con más profundidad en las contradicciones indentitarias del personaje. La película, además, contiene bien el componente lacrimógeno. Ni siquiera en la primera parte, más tentadora en ese sentido, cae en la emocionalidad excesiva. El resultado es una película muy solvente y bien medida. 


Fernando Parra Nogueras.
Nota: 7