Beatrice y Donatella son dos pacientes del internado
psiquiátrico de Villabiondi. No pueden ser personas más diferentes: la
desbordante Beatrice es elitista y aristocratizada, y en su locura cree estar en
contacto con el círculo de todas las personas relevantes del país; Donatella
es, en cambio, introvertida y su incorporación al psiquiátrico está envuelta en
un halo de misterio. Un día, ambas deciden fugarse juntas.
La película se estructura en dos partes bien
diferenciadas. En la primera, se narran todas las cómicas vicisitudes
relacionadas con la fuga, pero esa comicidad es, bajo mi punto de vista,
discutible. El desenfreno interpretativo de Valeria Bruni es su mejor baza pero
es precisamente su raudal desmesurado el que satura las escenas cómicas para
convertirlas en histriónicas. Ese ese humor abigarrado y sencillote en la línea de las películas italianas, donde todo pasa
muy deprisa y donde todo el mundo habla al mismo tiempo, solapándose las voces,
pasajes que en la versión original pueden tener su efecto humorístico pero que
pierde notablemente en el doblaje.
La segunda parte se descubre más dramática, pues se
colocan en liza los desgarros vitales de los personajes que les han llevado a
la locura, especialmente el relacionado con Donatella. La revelación de sus
miserias, reconduce la percepción que hasta entonces había tenido el espectador
de ellas, empezamos a tomárnoslas en serio y en ese contraste, la parte trágica
queda realzada. Enternece el desamparo de Micaela Ramazzotti, memorable en su
atuendo años 20. Aunque alegría y tristeza se dan la mano en la cinta, la
desproporción entre la delicada sensibilidad de la segunda parte y el ramplón
humorismo de la primera, dan un resultado desigual, desequilibrado, inestable.
Como sus personajes mismos.
Fernando Parra Nogueras
Fernando Parra Nogueras
Nota: 5